martes, 12 de febrero de 2013

Si hubiera espinas

El tren de las 3:45




Amores que no son amores, miradas que son sólo miradas y roces inexistentes. El tipo de amores que dicen muchos que no son reales. Amores como el de Fernando y Violeta. De esos que se pasan viéndose de reojo, pero sin ningún suspiro. Los corazones que no olvidan latidos y que la vida no cree que sean destino. Conversaciones que no empiezan. Deseo que podría ser solo lujuria, pero nunca llega a nada más.
Fernando veía a Violeta de la misma manera que ella a él: todos los días frente al tren de las 3:45 cada tarde. Más o menos por veinte viernes la vió sin hacer un movimiento y él sabía que ella tampoco lo haría. Un día, las reglas ya no fueron reglas y las palabras comenzaron a salir de los labios por aquí y por ahí. Pasaron días, pasaron meses y solamente había palabras. Ninguno de los dos tenía intenciones de intercambiar números por caricias. Fernando no entendía a su cabeza, porque esos amores no tienen nada que ver con el corazón. El tren de las 3:45 parecía casi escrito, pero no. Fernando era un adicto a la puntualidad y el tren que lo llevaba a su oficina salía pasadas las 4.
Violeta comentó en alguna conversación, que dos martes después ya no volvería del tren de las 3:45 por alguna cosa del trabajo que no parecía importante. Pero dentro de dos martes, Fernando llegaría tarde. Justo a las 4 esa tarde, llegaría con unas cuantas flores en las manos y promesas que no estaba seguro si estaba listo para cumplir. Pero eso no importaría, él llegaría tarde. Por alguna razón que le al destino le toco escoger, porque eso no estaba escrito. El destino había dictado que ese amor que no era amor, no iba a suceder. Y por aquella desconocida excusa, no se conocieron.

-       Constanza Duarte

El Final de mi Ser




La vi por primera vez un lluvioso día de noviembre. No era una situación romántica de esas que tanto se ven en las películas. Nos rodeaban unas veintitrés personas, todas mirando directo al frente; bueno, veinticuatro si se toma en cuenta el hombre medio calvo que instruía su materia con una pasión en los números que sólo se ve en los maestros de matemáticas más excéntricos. No puedo decir que fue amor a primera vista – si se quiere ser estricto, nuestro primer encuentro fue en realidad en el seco agosto, al inicio de clases. Pero no fue sino hasta ese momento en el que su existencia me pareció relevante. No fue un suceso extravagante, tampoco. Nos unió una hoja de papel – un simple pedazo de papel que salió volando de su mochila y se meció en el aire unos instantes y finalmente cayó enseguida de mi pie derecho (yo me sentaba justo detrás de ella). Alargué mi brazo para tomarla y regresársela y, mientras lo hacía, mis ojos leyeron una frase de las muchas escritas en él: “Una mañana después de una noche de sueños intranquilos, Gregorio Samsa despertó en su cama transformado en un monstruo insecto”. Fue después de leer estas palabras que me di cuenta de cuán hermosa era ella: ojos tan profundos como el universo, piel suave y perfecta que causa celos hasta a la seda de la más alta calidad, y cabello castaño, largo y ondulante.


-¿Te gusta leer?
-Si, mucho.


Todas estas características físicas de indudable hermosura y fue de su mente de lo que me enamoré. Nuestro amor no floreció al instante. En realidad, jamás lo hizo. Mi introvertida personalidad no me permitió arrancarme ese sentimiento tan intenso del pecho. La miraba todos los días, contemplaba cada uno de sus delicados movimientos... Pero no le hablaba. Me limitaba a imaginarnos juntos todos los días, a escribirle mil y un poemas y mil y un cartas que jamás serían leídas. Ahora escribo esto en la obscura soledad, quemo todo cuanto le escribí sin discriminar una sola letra. Por mi cobardía muero día a día, esperando en melancolía el momento de partida de mi pobre espíritu, el final de mi ser.

-       Rafael I.P.
Simple y verdadero




Es curioso cómo el mundo te grita que debes estar lleno de amor para estar completo. Amor de pareja. Menospreciando a todos los demás tipos. Esto es lo que pensaba Ulises. Él siempre había estado lleno de amor: amor por parte de sus amigos, de su familia, qué va, incluso de su perro. Y firmemente creía que éste era más fuerte que el amor de pareja. Era simple y verdadero. Claro que Ulises tampoco había amado a alguien en ese sentido, así que tal vez su postura estaba un poco influenciada por esto.

            Sin embargo, las cosas cambian. Después de haber creído por muchos años que no necesitaba el tipo de amor convencional, le llegó. Mejor dicho, lo golpeó. Rápido y fuerte. Ulises estaba enamorado. Y no sabía qué hacer al respecto. Jamás había sido atraído por una chica más allá del físico, no tenía la más mínima idea de qué hacer para hacer algo al respecto, y mucho menos para entender sus sentimientos. Y, el hecho de que el 14 de febrero estaba a tan solo unos días de presentarse, no ayudaba.
            Luego de pensar arduamente por algunos días, decidió que este amor debería ser igual a todos los demás: Simple y verdadero. Llegado el día antes mencionado, había escrito una carta. En ella, le decía a Raquel que él de verdad no sabía qué sentía, pero que le encantaría averiguarlo con ella a su lado. Para darle un toque más romántico, según él, decidió matar todos sus nervios y leerla frente a ella. Raquel lo abrazó y le dio en beso en la mejilla. 
            Ulises no tenía muy claro qué significó esto, pero días después, estaban juntos. Aunque no sabía exactamente qué había pasado, ya que no hubo una petición formal. Pero estaba feliz, e incluso se sentía más completo de lo normal. No sabía si duraría o no, pero de lo que estaba seguro es que era un amor simple y verdadero.


 -  Joel Villalobos

CLICHÉ



Desilusión, María sentía una desilusión al observar a su mejor amigo en el altar esperando a “La otra María” como ella la llamaba, solo por llamarse igual a ella. María odiaba a “La otra María”, no por el hecho de ser mala persona o por la estupidez de llamarse igual que ella, ni siquiera por ser más bonita que ella. No, era por el hecho de que ella hacía feliz a su mejor amigo Ramiro mejor que ella. Era por el hecho de que él sonreía más brillante, más grande, más genuino que con ella. Era por el hecho de que la palabra amistad, era mas fuerte que la palabra amor.
Era deprimente su cliché, demasiado deprimente, pero ¿Qué podía hacer? ¿Irse? No podía, era una madrina y por tonta aceptó eso, era masoquista de seguro.
 Al terminar la boda, Ramiro la vio, le sonrío y antes de las fotos, le grito “Estoy casado” y ella lloró y fuerte. Él creyó que fue de felicidad ¿Qué puede hacer? ¿Decirle sus sentimientos? No, era un hombre casado. Ella podía esperar al divorcio.

- Daniela Montoya Barraza


Él



Él es muy popular. Hoy en día hay muchas novelas que hablan sobre él. Yo en lo personal; lo conozco, pero no sabría decirte quién es. Las niñas se la pasan hablando de él en todo momento. La mayoría dice haberlo visto varias veces; sin embargo, ¿Cómo puedes haber reconocido a alguien que nunca has visto en tu vida?
Por más libros que haya leído sobre el tema, ninguno me dice realmente quién es él. Pero ahora que lo pienso, una frase viene a mi mente cuando me pregunto su identidad:
Si me lo preguntan, no sé qué es; y cuando no lo hacen, lo sé.
¡Oh, pero que misterio es el amor!
-Alan Velasco
Un cigarrillo y un café


Ella salió al balcón de su departamento con un cigarro en la mano derecha y una taza de café americano en la izquierda. Era temprano. Tener a su novio en la cama individual le impedía dormir a gusto. Su cuerpo no encajaba a la perfección con el de él. Qué diferente era con Rafael. Pero no había nada qué hacer…él se había ido a vivir al otro lado del mundo.
–Tengo que irme... –le dijo unos meses antes de su partida. Laura no contestó. –…Pero estaremos en contacto, ¿verdad? Existe Internet…
Hacía siete meses desde la partida de Rafael a Chile. A los tres meses de su llegada, una noticia la conmocionó, pero se reprimió. Sofía formaba parte de su vida ahora. Al mismo tiempo que le deseaba una bonita relación, Laura estaba 95% segura que Sofía era un clavo sacando otro clavo. Y así como Rafael, ella se consiguió uno.
Edgar era un buen hombre y la quería, pero Laura no terminaba por quererlo completamente.
Un día, en una fonda, tomando su almuerzo en el descanso del trabajo, sola con su alma, le tocaron el hombro. Volteó al escuchar su nombre proviniendo de una voz masculina sumamente conocida.
 –Rafael… –susurró con un hilo de voz.
–Laura… –la imitó.

-       Vianney Méndez Corral.
De Sorpresa



La noticia nos cayó de sorpresa, imagino que tú tampoco lo esperabas. Aunque sabías muy bien las consecuencias y ahora que estamos aquí no nos queda ya nada más que hacer. Pasan las horas, pasan los días y necesito de ti más de lo que tú necesitas de mí. Alejarnos es difícil y la simple idea nos hace romper en llanto. Tienes que irte de mi lado y, aunque sea por un momento, yo no quiero. No quiero que te vayas y yo sé que tú tampoco quieres marcharte. Pasa el tiempo a tu lado y nos seguimos amando, pero sabemos que tenemos que separarnos. Sin importar cuánto peleemos, cuánto te haga enojar; sabemos que siempre nos vamos a querer. Aprendimos tantas cosas del uno del otro, sabemos tanto de nosotros que me desespera y llega el tiempo de las peleas y los gritos. Ahora soy yo quien se aleja cuando tú quieres acercarte. Quizá por pena, quizá por miedo a que no te guste aquello en lo que me he convertido. Pasa el tiempo y la idea de perderte para siempre, me invade y quiero pensar que nunca pasará. Mas la vida es cruel y algún día uno de los dos tiene que partir. Sé que en silencio esperas que no sea yo el primero. Tan sólo quisiera que, pase lo que pase, no te vayas sin que sepas que te quiero mamá.


-          Alan Michel Romero Diez Martínez 

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