Caos.
Se dice que, como seres vivos, siempre estamos en
caos. Yo pienso que hay mucha verdad en esa idea. Sí, buscamos siempre el
orden, intentamos poner un sentido a lo que hacemos. Y sin embargo, ¿qué tanto
toma para sacarnos de nuestra burbuja? Un terremoto, un incendio, una
inundación nos puede quitar por completo todo control. Es una idea que da
miedo, sin duda. Pero ¿qué somos sin el caos? La primera persona en aventurarse
y descubrir algo nuevo, ¿no era un caótico? ¿Qué pasaría si nada ni nadie se
saliera nunca de la raya? Probablemente viviríamos tranquilos. Pero también
viviríamos en un tipo de coma, sin buscar nada en realidad. La única razón por
la que buscamos un orden en que hay un desorden del que escapar. ¿Qué pasa si
perdemos eso? Un mundo sin desorden, sin mal, sin errores es también un mundo
sin orden, sin bien, sin aciertos. La muerte del caos es la muerte de una de
las cosas que nos definen como humanos, la muerte del mundo y las ideas que
conocemos.
-
Elisa Norzagaray
Felicidad
Nada
parecía haber cambiado. La gente seguía igual que siempre y sin embargo aquel día, el día de su muerte, no fue un día normal. Todos sentimos su muerte en algún punto de
nuestros corazones pero no quisimos escuchar o, tal vez, teníamos miedo de
escuchar. A partir del momento que se hizo pública su caída todos tuvimos que
aceptarlo. Nada sería como antes. Y el
miedo nos invadió. Nadie supo cómo pasó pero pasó. Había muerto y no se podía
hacer nada. En este mundo, la muerte es inevitable pero aun así, nadie creía que
ella pudiera morir. No era justo. No lo era para ella y mucho menos para
nosotros. ¿Qué haríamos si no la tuviéramos? En realidad no había mucho que se pudiera
hacer. Honestamente, ¿cuántos de nosotros pudimos en verdad conocerla? Solo unos cuantos fueron los afortunados en
saber, aunque fuera por instante, lo que ella representaba. Otros, los menos. pudieron tener la dicha de
decir: “la conocí un largo tiempo”. Fue tanto el tiempo tan cerca de ella que no
lloraban su muerte. La conocieron lo suficiente como para saber que eso no le
hubiera gustado. A ella no le gustaban esas cosas. Había gente ahí a la que el
conocerla fue tan solo un sueño inconcluso que quedará en el olvido. Soñaban
con conocerla algún día, aunque fuera por instante saber qué se sentía estar
con ella. Y solo por esa razón asistieron al funeral. Querían ver con sus
propios ojos lo que quedó de ella. Querían saber si en realidad fue tan
maravillosa como todos les decían.
Yo
estaba ahí por compromiso más que por dolor puramente dicho. Honestamente y sin
miedo puedo decir que no la conocí mucho. Un par de veces la vi. Estuvo conmigo
y fue agradable. Tenía esa capacidad de
hacerte sentir muy bien por unos instantes. Pero ahora que no estaba, ¿qué
podíamos hacer? ¿Qué íbamos a hacer? Aunque muchos no la conocieran sabían, o
más bien creían, que era necesaria en este mundo, que sin ella la vida de todos
nosotros ya no tendría sentido. Sin felicidad, ¿qué podíamos hacer? ¿Quién nos
iba a hacer felices? Ella era como la meca de todo ser humano; una vez en la
vida tendrían que conocerla, que sentirla. Pero yo no lo veo así. Si ella no
está ¿qué pasa? Nada.
La
gente. Las cosas. Mueren todos los días. Ninguna muerte es más que otra. Y eso
se nos olvida. Si ella murió no cambia
nada. Ella no es lo único importante en nuestras vidas. Si hay tantos que no la
conocieron y han estado bien. Si existimos otros que solo la vimos un par de
veces y estamos bien. Si hay otros que la tuvieron muy cerca y están bien. ¿Qué
pasa? Nada. Nos quedan otras cosas. La
felicidad murió y es algo triste. Pero la muerte sucede todos los días y no
podemos hacer nada al respecto. Felicidad murió pero no con ella nuestra
esperanza ¿o no?
-
Bree Guerra
Honestidad
¿Qué hay
en el ataúd? ¿Qué es realmente lo que murió? No vivimos en un mundo donde todos
nos pasamos siendo honestos, diciendo la verdad y solo la verdad. Así que
quizás, solo quizás, no cambiaría del todo.
Pero esa mínima parte, la parte donde se encuentra la verdad, es lo que nos mueve, ¿no? Tú, yo, él, ella, seguimos adelante en búsqueda de una verdad, la que sea. Si no hubiera, entonces viviríamos sin anhelar nada porque todo es mentira, ¿y quién quiere que su vida sea una mentira?
O sería un mundo sin movimiento, todo estaría detenido.
De todos modos, hay muchísimas verdades, todas distintas: mi verdad, tu verdad, su verdad.
La muerte de la honestidad. Suena muy curioso ahora que lo pienso. ¿Cómo sería el mundo si solo pudiéramos mentir?
Entonces, si muere, ¿qué nos queda? ¿Un montón de palabras falsas que buscan el bien solo de uno mismo?
Pero esa mínima parte, la parte donde se encuentra la verdad, es lo que nos mueve, ¿no? Tú, yo, él, ella, seguimos adelante en búsqueda de una verdad, la que sea. Si no hubiera, entonces viviríamos sin anhelar nada porque todo es mentira, ¿y quién quiere que su vida sea una mentira?
O sería un mundo sin movimiento, todo estaría detenido.
De todos modos, hay muchísimas verdades, todas distintas: mi verdad, tu verdad, su verdad.
La muerte de la honestidad. Suena muy curioso ahora que lo pienso. ¿Cómo sería el mundo si solo pudiéramos mentir?
Entonces, si muere, ¿qué nos queda? ¿Un montón de palabras falsas que buscan el bien solo de uno mismo?
-
Joel Villalobos
Satisfacción
Su satisfacción no tenía límite. Por
última vez lo dejaría sentirla y disfrutarla. Tenía ganas de que la caída del
trono del reino de James fuera dolorosa, que cuando cayera pudiera romperse todos
los huesos.
Sentía
ansias, una sonrisa tan completamente macabra que asustaría a cualquiera. El
alma más fuerte, llena de heridas lloraría. Así es como James se sentía, mas él
no quería darle nombre, no quería tener el mismo sentimiento que el del “enemigo,
así es como él le llamaba. Todo lo que James próximamente sentiría, según él,
sería vergüenza. Huirá y no volverá a aparecer, porque la muerte no venía por
un deber, venía para divertirse, venía a reír y hacer sonar sus huesos llenos
de lamentos ajenos y su hoz llena de sangre. Ahora él, que sentimientos no
podía tener, sentía satisfacción, la segunda vez que tiene un sentimiento, rió
pero no por diversión más bien de ironía, no lo sabía, solo quería que la
satisfacción de James cayera, se hundiera. Le repudiaba nada más verle la
sonrisa, jamás tuvo un sentimiento así a una persona. Por Dios, Satán y todo
ser sobrenatural, ¡cómo quería llevarse a James al infiero o a lo más lejos
posible de lo que él más quería!.
-
Daniela Montoya Barraza
Alegría
Vi
a la pobre mujer vestida de rosa chillón llorando desconsolada, sujetando su
pañuelo de seda y supe que algo no iba bien. Entré de lleno al lugar y me di
cuenta de que había globos con caritas felices y una que otra mesa llena de
regalos.
-Mamá,
tengo miedo-le susurré, apretando su mano contra mi pecho.
-¡Shh!-me
regañó-. Imprudente es tu segundo nombre. Estamos en un funeral, mi amor.
Guarda silencio.
-¿Por
qué? Todos están vestidos como para el carnaval…-enarqué una ceja con
incredulidad.
-Murió
una de tus mejores amigas-me dijo, con un tono indescifrable que me hizo sentir
un escalofrío.
Alegría
había dejado el mundo. Se había ido. Ya no estaba. “Se nos adelantó” habría
dicho mi abuela.
Todo
tenía sentido en ese momento: La señora vestida de arcoíris con los ojos rojos
e hinchados, el bebé que no dejaba de llorar y el pequeño niño vestido de gris
con una mueca en su cara parecida a un intento de sonrisa. Medité tres segundos y resoplé, caminando por
el lugar tan concurrido. Nunca antes me había sentido así: Inseguro o… así, no podía explicar que hueco que
abrasaba mi pecho y me orillaba a respirar de forma entrecortada.
No
más sonrisas, no más risotadas, no más bromas, no más de Alegría. Aunque a veces me gustaba jugar al rebelde y
decía que estaba enojado. Iba a extrañarla.
-
Karla Torres
Amor
Ha muerto, el amor ha muerto dejándonos a todos en un
mundo lleno de melancolía y llanto. El amor que se ha ido, es el amor muere y
solo nos deja un vacío en el pecho, la cabeza llena de recuerdos y los ojos
llenos de lágrimas.
Se extraña al amor cuando muere, pero en realidad nunca
lo hace, queda tan vivo como un parásito que va consumiendo lo que queda de la
alegría. Y a esos amores hay que matarlos.
Hay amores que deseamos nunca mueran, hay amores que
mueren lento y los hay que mueren rápido. Pero qué es ahora de ese amor que
murió, el amor que juramos sería inmortal y ahora solo vive en mi recuerdo. Es
un amor que muere despacio mientras tenga vida, un amor que vive consumiendo
pizca a pizca mi alma, que se nutre con mis lágrimas y extraña tu presencia.
Se muere el amor y un poco de mí con él. Se va y deja un
vacío y la insaciable necesidad de llenarlo. Quisiera saber si es el amor quien
ha muerto, o es la fe que le tengo. Si es el amor quien ha muerto, le llevaría
flores si supiera en que parte de mi quedó el cadáver.
-
Alan Romero Diezmartínez
Belleza
Todos
te van a extrañar. Y yo sé quiénes te van a extrañar aún más: los ojos de
aquellos que aprecian la belleza humana. No solamente los hombres, sino las
mujeres también. No porque los hombres estén encasillados en ese concepto
haremos a un lado a las mujeres. ¿Qué será de esos bellos paisajes y esos
atardeceres placenteros? Pero, he aquí una gran ventaja: la belleza es según
desde el ojo de quien ve, entonces, Ella nunca desaparecerá. Siempre cualquier
objeto puede ser peculiar, con algún toque especial. Habrá un nuevo oficio: “el
buscador de belleza”. Una página que busque la belleza en todo lo que se nos
ponga enfrente y, atención, otro punto a favor: Tendremos que apreciar aquello
que tenemos en el olvido, es decir, la belleza externa. Porque –cabe aclarar-
no todo es exterior. Bien nos podemos
volver ciegos. También el concepto de subjetividad se hará presente. Todo será
tan subjetivo que parecerá hermoso. Limpia tus pupilas y aclara tus
sentimientos que, a partir de hoy, todo será diferente. Ciertos consejos
aparecerán cuando la muerte de la belleza sea anunciada. La humanidad sufrirá
un shock, pero nada irá mal: unas gafas de verdad nos sentarán bien.
-
Andrea Gámez
Horror
Si me preguntan qué desearía que muriera, contestaría
que nada. No le deseo el mal ni la muerte a nadie, no soy quién para juzgarlos.
Pero si me preguntas qué pasaría si se muriera el horror, bueno esa es una
pregunta interesante para responder. Si se muriera el horror, ya no existirían
los miedos arraigados, ya no existirían las fobias. No existirían las leyendas,
los mitos ni las películas que dan horror. Este sentimiento es más fuerte que
el terror, el terror asusta, te enloquece, hace que cada una de las células de
tu cuerpo, se pongan alertas. El terror hace que vibres, que llores, que
sufras. El horror hace que llores más fuerte, hace que enfrentes tus mayores
miedos y busques cómo sobrevivirlos. Si se muriera el horror se morirían esos
sentimientos de fobia y susto que todos experimentamos. El horror podrá morir
pero dejará en su lugar al terror, el horror podría dejar de existir pero
dejaría en su lugar a la duda, el horror podría morir y dejaría cientos de
cosas, como él.
¿Qué se sentirá?,
¿Qué pasará?, dejaría atrás cientos y miles de sentimientos, pero peor
aún, si el horror muriera siempre dejará detrás de sí a la duda, porque el
horror es la duda del qué pasará, la pregunta que muy pocos responden. El
horror es la valentía del valiente y el amor del amoroso. El horror es la otra
cara de la felicidad.
-
Maricela Rosas Angulo
Angustia
¡La
angustia ha muerto! ¡Qué feliz mi vida!
Eso
soñaba que despertaría diciendo algún día. ¿Te imaginas? La angustia muerta
¡viva la alegría! Y sin angustia los tontos felices llenan las calles, y sin
angustia que los frene, todos a cometer tropelías. Nada que te angustie, eres
Superman. Asaltar al vecino, molestar a la gente o lanzarse de un puente, ¡qué
más da!
La
esperanza lo conquista todo y cometemos estupideces sin ton ni son. Quién lo
diría, que en mi mente la angustia estuviera asociada con el buen juicio y que
sin ella de por medio se perdiera el juicio. Se callan las voces que dudan, las
voces que sufren por lo que no puede ser. Pero se pierde el realismo, la
responsabilidad, la sensación de que hay que ir más despacio porque mañana hay
que pagar.
Mueres
angustia y contigo muere la verdadera alegría, la dicha de saber que alcanzas
lo que trabajas y que no solo te avientas al mundo cual caballo desbocado. Se
pierden los logros porque no hay ese punto negro en mitad del océano blanco,
que repone el balance, que recrea el equilibrio.
-
Georgina González Mendívil