jueves, 21 de marzo de 2013

Marzo el poeta





Roto

Piensas mi silencio vivo.
Suena la muerte al adiós.
Recuerdo el ciclo contigo sobre oscuridad,
hay un vacío por mi olvido.

Un día traición, grieta.
Hago un juicio vacío.
¿Inventar esperanza contigo? Nunca llega.
Viejo momento, futuro perdido.
Horas de sobrevivir roto causa mucho dolor.
-Joel Villalobos.


Sin título

Mi diablo pasado asusta,
Detrás soy tristeza mujer,
Cuando ya es frio ¿Quién me quiere?
Después es sabio ahora dormir
Pero un minuto siempre viejo asusta
Deber ser hombre debajo de todo ciclo
Estemos sobre la muerte, eso es único.
-Danny Montoya


Dada… who?

Azul pasado que romper.
Tú, música y tu pesado deseo.
Nosotros. Tú. Voy. Ser nosotros.
Ser poesía es el jamás que soplar.
Para amar, se espera soledad
y es quédate.
Quizá pude ir cuando tú…
Jamás soy sabio y siempre pude llorar.
Ahora estamos abajo
y deseo deber viento de muerte.
- Andrea Gámez


Sin título

El adiós culpa a un deseo,
La soledad quizá al amar.
Veo sin mí tu nosotros,
Y ya no se soñar.

Hay tiempo, indefenso corazón,
Para de cantar.
Vivo por un adiós perdido,
Pero tu dolor jamás me llega.
-Constanza Duarte 

Pesimista 

Mi futuro cayó roto,
Por eso vivo.
Me veo al espejo.
La grieta que hay, asusta.
Quiero un adiós.
-Vianney Méndez

 
Debajo 

Hice preguntas de amar
¿soy yo siempre tu deseo?
Querer decir quédate abajo muerte
 y tu cielo pesado
por llover cerca de nosotros.

Pasado te voy a decir
que rostro como música
puede salir detrás mio
 y tus dedos son razón de dolor.

Todo minuto no voy lejos
de tu tristeza
cuando están abajo conmigo
quizá él se culpa.

-Alan DiezMartínez

martes, 12 de febrero de 2013

Si hubiera espinas

El tren de las 3:45




Amores que no son amores, miradas que son sólo miradas y roces inexistentes. El tipo de amores que dicen muchos que no son reales. Amores como el de Fernando y Violeta. De esos que se pasan viéndose de reojo, pero sin ningún suspiro. Los corazones que no olvidan latidos y que la vida no cree que sean destino. Conversaciones que no empiezan. Deseo que podría ser solo lujuria, pero nunca llega a nada más.
Fernando veía a Violeta de la misma manera que ella a él: todos los días frente al tren de las 3:45 cada tarde. Más o menos por veinte viernes la vió sin hacer un movimiento y él sabía que ella tampoco lo haría. Un día, las reglas ya no fueron reglas y las palabras comenzaron a salir de los labios por aquí y por ahí. Pasaron días, pasaron meses y solamente había palabras. Ninguno de los dos tenía intenciones de intercambiar números por caricias. Fernando no entendía a su cabeza, porque esos amores no tienen nada que ver con el corazón. El tren de las 3:45 parecía casi escrito, pero no. Fernando era un adicto a la puntualidad y el tren que lo llevaba a su oficina salía pasadas las 4.
Violeta comentó en alguna conversación, que dos martes después ya no volvería del tren de las 3:45 por alguna cosa del trabajo que no parecía importante. Pero dentro de dos martes, Fernando llegaría tarde. Justo a las 4 esa tarde, llegaría con unas cuantas flores en las manos y promesas que no estaba seguro si estaba listo para cumplir. Pero eso no importaría, él llegaría tarde. Por alguna razón que le al destino le toco escoger, porque eso no estaba escrito. El destino había dictado que ese amor que no era amor, no iba a suceder. Y por aquella desconocida excusa, no se conocieron.

-       Constanza Duarte

El Final de mi Ser




La vi por primera vez un lluvioso día de noviembre. No era una situación romántica de esas que tanto se ven en las películas. Nos rodeaban unas veintitrés personas, todas mirando directo al frente; bueno, veinticuatro si se toma en cuenta el hombre medio calvo que instruía su materia con una pasión en los números que sólo se ve en los maestros de matemáticas más excéntricos. No puedo decir que fue amor a primera vista – si se quiere ser estricto, nuestro primer encuentro fue en realidad en el seco agosto, al inicio de clases. Pero no fue sino hasta ese momento en el que su existencia me pareció relevante. No fue un suceso extravagante, tampoco. Nos unió una hoja de papel – un simple pedazo de papel que salió volando de su mochila y se meció en el aire unos instantes y finalmente cayó enseguida de mi pie derecho (yo me sentaba justo detrás de ella). Alargué mi brazo para tomarla y regresársela y, mientras lo hacía, mis ojos leyeron una frase de las muchas escritas en él: “Una mañana después de una noche de sueños intranquilos, Gregorio Samsa despertó en su cama transformado en un monstruo insecto”. Fue después de leer estas palabras que me di cuenta de cuán hermosa era ella: ojos tan profundos como el universo, piel suave y perfecta que causa celos hasta a la seda de la más alta calidad, y cabello castaño, largo y ondulante.


-¿Te gusta leer?
-Si, mucho.


Todas estas características físicas de indudable hermosura y fue de su mente de lo que me enamoré. Nuestro amor no floreció al instante. En realidad, jamás lo hizo. Mi introvertida personalidad no me permitió arrancarme ese sentimiento tan intenso del pecho. La miraba todos los días, contemplaba cada uno de sus delicados movimientos... Pero no le hablaba. Me limitaba a imaginarnos juntos todos los días, a escribirle mil y un poemas y mil y un cartas que jamás serían leídas. Ahora escribo esto en la obscura soledad, quemo todo cuanto le escribí sin discriminar una sola letra. Por mi cobardía muero día a día, esperando en melancolía el momento de partida de mi pobre espíritu, el final de mi ser.

-       Rafael I.P.
Simple y verdadero




Es curioso cómo el mundo te grita que debes estar lleno de amor para estar completo. Amor de pareja. Menospreciando a todos los demás tipos. Esto es lo que pensaba Ulises. Él siempre había estado lleno de amor: amor por parte de sus amigos, de su familia, qué va, incluso de su perro. Y firmemente creía que éste era más fuerte que el amor de pareja. Era simple y verdadero. Claro que Ulises tampoco había amado a alguien en ese sentido, así que tal vez su postura estaba un poco influenciada por esto.

            Sin embargo, las cosas cambian. Después de haber creído por muchos años que no necesitaba el tipo de amor convencional, le llegó. Mejor dicho, lo golpeó. Rápido y fuerte. Ulises estaba enamorado. Y no sabía qué hacer al respecto. Jamás había sido atraído por una chica más allá del físico, no tenía la más mínima idea de qué hacer para hacer algo al respecto, y mucho menos para entender sus sentimientos. Y, el hecho de que el 14 de febrero estaba a tan solo unos días de presentarse, no ayudaba.
            Luego de pensar arduamente por algunos días, decidió que este amor debería ser igual a todos los demás: Simple y verdadero. Llegado el día antes mencionado, había escrito una carta. En ella, le decía a Raquel que él de verdad no sabía qué sentía, pero que le encantaría averiguarlo con ella a su lado. Para darle un toque más romántico, según él, decidió matar todos sus nervios y leerla frente a ella. Raquel lo abrazó y le dio en beso en la mejilla. 
            Ulises no tenía muy claro qué significó esto, pero días después, estaban juntos. Aunque no sabía exactamente qué había pasado, ya que no hubo una petición formal. Pero estaba feliz, e incluso se sentía más completo de lo normal. No sabía si duraría o no, pero de lo que estaba seguro es que era un amor simple y verdadero.


 -  Joel Villalobos

CLICHÉ



Desilusión, María sentía una desilusión al observar a su mejor amigo en el altar esperando a “La otra María” como ella la llamaba, solo por llamarse igual a ella. María odiaba a “La otra María”, no por el hecho de ser mala persona o por la estupidez de llamarse igual que ella, ni siquiera por ser más bonita que ella. No, era por el hecho de que ella hacía feliz a su mejor amigo Ramiro mejor que ella. Era por el hecho de que él sonreía más brillante, más grande, más genuino que con ella. Era por el hecho de que la palabra amistad, era mas fuerte que la palabra amor.
Era deprimente su cliché, demasiado deprimente, pero ¿Qué podía hacer? ¿Irse? No podía, era una madrina y por tonta aceptó eso, era masoquista de seguro.
 Al terminar la boda, Ramiro la vio, le sonrío y antes de las fotos, le grito “Estoy casado” y ella lloró y fuerte. Él creyó que fue de felicidad ¿Qué puede hacer? ¿Decirle sus sentimientos? No, era un hombre casado. Ella podía esperar al divorcio.

- Daniela Montoya Barraza


Él



Él es muy popular. Hoy en día hay muchas novelas que hablan sobre él. Yo en lo personal; lo conozco, pero no sabría decirte quién es. Las niñas se la pasan hablando de él en todo momento. La mayoría dice haberlo visto varias veces; sin embargo, ¿Cómo puedes haber reconocido a alguien que nunca has visto en tu vida?
Por más libros que haya leído sobre el tema, ninguno me dice realmente quién es él. Pero ahora que lo pienso, una frase viene a mi mente cuando me pregunto su identidad:
Si me lo preguntan, no sé qué es; y cuando no lo hacen, lo sé.
¡Oh, pero que misterio es el amor!
-Alan Velasco
Un cigarrillo y un café


Ella salió al balcón de su departamento con un cigarro en la mano derecha y una taza de café americano en la izquierda. Era temprano. Tener a su novio en la cama individual le impedía dormir a gusto. Su cuerpo no encajaba a la perfección con el de él. Qué diferente era con Rafael. Pero no había nada qué hacer…él se había ido a vivir al otro lado del mundo.
–Tengo que irme... –le dijo unos meses antes de su partida. Laura no contestó. –…Pero estaremos en contacto, ¿verdad? Existe Internet…
Hacía siete meses desde la partida de Rafael a Chile. A los tres meses de su llegada, una noticia la conmocionó, pero se reprimió. Sofía formaba parte de su vida ahora. Al mismo tiempo que le deseaba una bonita relación, Laura estaba 95% segura que Sofía era un clavo sacando otro clavo. Y así como Rafael, ella se consiguió uno.
Edgar era un buen hombre y la quería, pero Laura no terminaba por quererlo completamente.
Un día, en una fonda, tomando su almuerzo en el descanso del trabajo, sola con su alma, le tocaron el hombro. Volteó al escuchar su nombre proviniendo de una voz masculina sumamente conocida.
 –Rafael… –susurró con un hilo de voz.
–Laura… –la imitó.

-       Vianney Méndez Corral.
De Sorpresa



La noticia nos cayó de sorpresa, imagino que tú tampoco lo esperabas. Aunque sabías muy bien las consecuencias y ahora que estamos aquí no nos queda ya nada más que hacer. Pasan las horas, pasan los días y necesito de ti más de lo que tú necesitas de mí. Alejarnos es difícil y la simple idea nos hace romper en llanto. Tienes que irte de mi lado y, aunque sea por un momento, yo no quiero. No quiero que te vayas y yo sé que tú tampoco quieres marcharte. Pasa el tiempo a tu lado y nos seguimos amando, pero sabemos que tenemos que separarnos. Sin importar cuánto peleemos, cuánto te haga enojar; sabemos que siempre nos vamos a querer. Aprendimos tantas cosas del uno del otro, sabemos tanto de nosotros que me desespera y llega el tiempo de las peleas y los gritos. Ahora soy yo quien se aleja cuando tú quieres acercarte. Quizá por pena, quizá por miedo a que no te guste aquello en lo que me he convertido. Pasa el tiempo y la idea de perderte para siempre, me invade y quiero pensar que nunca pasará. Mas la vida es cruel y algún día uno de los dos tiene que partir. Sé que en silencio esperas que no sea yo el primero. Tan sólo quisiera que, pase lo que pase, no te vayas sin que sepas que te quiero mamá.


-          Alan Michel Romero Diez Martínez 

miércoles, 21 de marzo de 2012

Primavera


Treinta y dos primaveras

-Pasajeros del vuelo con destino a San Francisco, favor de abordar por la puerta tres.
Era la tercera llamada que hacían por los altavoces del aeropuerto. Tomó su maletín, acomodo los lentes y se encaminó hacia la puerta tres, después de entregar el billete de avión y muchos saludos falsos por parte de las azafatas, subió al avión y se acomodó en su asiento. Llevaban dos horas de vuelo y la mayoría de la gente ya estaba dormida. Aprovechó ese momento de tranquilidad para abrir la ventanilla que quedaba de lado izquierdo y acomodarse para así tener la mejor vista. Sabía que se alejaba de todo ese frio y humedad, además de las cosas como el trabajo y la familia, cosas que lo habían hecho tomar el avión. Volvía a San Francisco porque adoraba esta época del año, el sol salía y se acomodaba en lo más alto del cielo y desde la ventana de su habitación podría observar a las flores crecer, al pasto ponerse verde y a su árbol ponerse frondoso y brillante. Se acercaba la primavera y con ella, un motivo más para creer en el futuro, estaba próximo a cumplir sus treinta y dos primaveras, de las cuales, siete había compartido con su esposa y tres con su pequeña hija. Volvió a asomarse por la ventanilla  del avión y sonriendo agradeció al sol y a la tierra por la maravillosa vista que tenía enfrente.
- Maricela Rosas Angulo

Un día de marzo

Había llegado ese día del año, ese día de primavera, ese día de marzo. Ese día cuando todo su mundo se venía abajo, y apenas si podía hacer las cosas.
            Hacía dos años que había perdido al hombre más importante de su vida, y aceptar ese hecho simplemente la destrozaba. Ir al lugar donde se encontraba él, pues eso la destrozaba aún más, pero tenía que hacerlo. No podía dejar pasar ese día.
            Se arrodilló ante la pequeña estructura de mármol, queriendo decir algo, pero sin éxito alguno. Su boca temblaba, al igual que todo su ser. Las lágrimas comenzaron a brotar, era inevitable.
            –Dijiste que estarías conmigo siempre, que vivirías 241 años y así poder protegerme siempre. ¿Por qué te fuiste antes de tiempo? ¿Por qué…? –ni siquiera pudo terminar la frase.
            Su llanto se había vuelto en un llanto inconsolable. Era el llanto de una madre que había perdido a su hijo, su hijo de tan solo 7 años.
            Recordó las últimas palabras que le escuchó decir: “Mami, ¿a dónde me llevan? ¿Qué está pasando?”. También recordó haberle mentido diciéndole que todo estaría bien.
            Cuando por fin pudo recuperar el habla, claro que no del todo, siguió:
            –Me prometiste que iríamos a la luna, que tendríamos trajes de astronauta y saldríamos en la televisión. –soltó un largo suspiro afligido–. Tu imaginación no conocía límites… Mi pequeño. Cuánta falta me haces.
            Se aferró a la cruz que sobresalía del borde superior de la estructura, como si esa acción le fuera a regresar a su hijo. El llanto se volvió peor. El sufrimiento que uno hubiera podido percibir en él era indescriptible. Pero estaba sola, y nadie escuchó su sufrimiento. Solo ella y la ventisca que le revolvía su cabello.
            Sí, aquel era el día de primavera. El día de primavera en el que hace dos años había perdido lo que más quería.
- Joel Villalobos

Sherlock

-¡Mira! La mariposa está saliendo de su capullo. Cuando era una oruga era muy fea, y ahora… Curioso ¿no?
-¿Curioso? ¿Sabes qué es curioso? Curioso es darte cuenta de que alguien a quien quieres no te quiere de la misma forma.
-¿Ya estás otra vez con eso?
-¿Con qué?
-Ya sabes con qué. Con eso…
-No lo creo. Solo te decía lo que encuentro curioso. Desde hace tiempo ya no pienso en eso.
Y aunque pronunciará esas palabras, ni ella misma podía creerlas. Porque siempre pensaba en eso.  En su corazón roto, en las promesas no cumplidas y en su amor no correspondido. Porque siempre pensaba en Sherlock, el chico de sus primaveras, el que venía después del invierno. En el Sherlock de la mirada fría pero de  corazón cálido. El de la sonrisa irónica y los miles de versos. El que la conocía toda sin saber nada. El que le rompió el corazón sin darse cuenta. En el que pensó todo el invierno. El que vendrá, tal vez, cuando llegué primavera. 

-Bree Guerra

Escrito para el blog del mes de marzo

Tienes que ir al campo a escoger las mejores flores, le dijo Marcela a su pequeño. Maximiliano tenía 3 años y sabía lo que era vivir en el campo. Desde la muerte de su abuelo, el papá de Marcela, el niño sabía que los sábados eran un día de luto para él y su mamá. Marcela, por otro lado, se sentía una mala madre por llorar cada noche después de darle un beso en la frente al que aún consideraba su bebé. Habían pasado cuatro meses desde la partida del abuelo Efraín y se sentía como si todavía fuera ayer cuando cargaba a su nieto y aconsejaba a Marcela. Sentía la joven mujer que ya era hora de emprender un nuevo camino y, principalmente, esa había sido la razón por la cual habían ido al campo a respirar aires nuevos. Un día, Maximiliano tomó la decisión de salir a jugar solo al campo. Su casa estaba prácticamente en la nada, a unos 20 km del pueblo más cercano: sólo los rodeaban sus cultivos y unas flores que ellos habían sembrado cuando se mudaban. Aunque el niño era muy pequeño, sentía la necesidad de ver a su abuelo. Marcela no se dio cuenta de que el niño se había salido unos segundos mientras ella había entrado al baño. Notó que había un rayo de sol entrando por la ventana y el niño estaba arrancando unas flores. Le volvió el alma al cuerpo a la preocupada madre y unas cuantas flores para el difunto adornaban la sala.

- Andrea Lilian Gámez Salazar

Estas nubes van a algún lado

Faltaba un mes para la primavera.
Él se asomaba por su ventana todas las mañanas y no podía evitar una sonrisa cuando veía pasar a alguna ardilla caminar por entre los árboles o a algún ave volar por encima de su casa. La llegada de la primavera, lenta, progresiva y cada vez más tardía, era uno de los pocos placeres que no se sentían limitados. Incluso la risa parecía escasear desde que la guerra había comenzado.
El pasto bajo sus pies, las coloridas flores salpicadas entre el pavimento, y el sonido de las aves sobre su cabeza eran pequeñas cosas que nadie le podía quitar. Eran cosas que no tenía que medir con un maldito libro de cupones, ni siquiera desde el año anterior, cuando el libro había cambiado de azul a un asqueroso café que siempre parecía estar sucio.
Esta era la tercera primavera que venía con la guerra y, como los años anteriores, él rezó para que fuera la última. Ya había llegado un punto en el que sentía que sólo rezaba para tener algo que hacer, para poder sentir que aún guardaba un poco de esperanza. Si era honesto consigo mismo, la esperanza también parecía escasear. Estos eran sus últimos meses como menor. Pronto vendría su cumpleaños de 18 años y con él, la posiblidad de ser reclutado en cualquier momento. La misma idea hacía que se le revolviera el estómago.
 Decidió dejar de pensar en eso, olvidar el hecho de que este podría ser el último año que pasara junto a su familia, la última oportunidad de ver la nieve derretirse y el sol traer la primavera. Un perro ladró en la distancia y él sonrió. Decidió que le vendría bien adoptar una mascota, alguien que siempre estuviera ahí con él. Tal vez no era el momento adecuado, no con el racionamiento y el estrés que su familia de por sí tenía que soportar. Sin embargo, se prometió a sí mismo que eso sería lo primero que haría cuando llegara la primavera después de acabar la guerra.
Más que nada en el mundo, deseó poder llegar a ver esa primavera.

- Elisa Norzagaray

Primavera

Con un arcoíris en el cielo, un girasol  floreciendo y el canto de aquel pájaro empezó la Primavera. El sol se acercó un poco más a la tierra para iluminarla con sus rayos. El viento sacudió su cabello y las preocupaciones que le había dejado el frío invierno. Sin embargo, aun sentía la brisa en sus hombros, podría ser la falta de abrigo o un brazo alrededor del cuello que la cubriera. Los colores, la música y los sabores de estos días parecían tener un efecto especial en todas las personas. Todo brillaba un poco más pero ella solo veía en ese reflejo los recuerdos que tenía que dejar atrás.

- Paola V. Bojorquez

Contrato Cancelado

¿Qué opinas de esta foto? Me preguntó. Luces… Extraña, no sé. Y lo hacía, lucía muy extraña. Esa foto, no era lo que me había imaginado. Y esta situación tampoco lo era. La miré unos momentos más para comprobar la foto que se encontraba en la computadora frente a mí.
Las luces brillantes, los flashazos y clics me sofocaban. Iré a fumar un cigarro, ya regreso, la dejé esperando mi comentario inconcluso mientras me dirigía hacia la puerta, podía sentir su mirada escéptica en la parte de atrás de mi cabeza. Corrí la puerta de metal dejando un espacio sólo para que mi cuerpo pasara. El penetrante calor me obligó a quitarme la chaqueta. La primavera, como odiaba la primavera. Y es que además del calor, toda mi vida parecía ir mal cuando la primavera venía. Bajé el cigarro para soltar una bocanada de humo, y al traerlo de nuevo a mi boca, se trabó con mi cinto cayendo al piso... mojado.
Frustración, no podía sentir nada más que eso en este calor insoportable que hacía que mi vida perdiera su balance. ¿Será que Dios no quiere que disfrute ni siquiera un cigarro? Será que la primavera me odia. Un contrato cancelado en una disquera y la persona más importante en mi vida realizando todos sus sueños, dejándome atrás.
Si tan sólo hubiera sabido de antemano cómo la primavera de este año sería, probablemente no hubiera dicho que sí en aquellas situaciones, ni tampoco me hubiera negado en muchas otras.
Pero realmente me pregunto si me hubiera anticipado a mi fracaso dejándolo llegar antes, o si me hubiera arrodillado frente a mis errores para intentar cambiar un poco lo que mi destino del día de hoy sería.

- Andrea Vizcaíno

Primavera improvisada

            Es primavera, y sé que todos esperan que hayan colores, flores y cosas agradables. Pero yo por mi parte prefiero vivir la primavera de manera gris. Las personas cuando vuelan muy alto suelen caer de repente y yo ya no quiero volar. Prefiero mantenerme en neutral, en el suelo, sin despegar.
            Prefiero quedarme en casa que ponerme esos tacones que me lastiman y salir con un vestido ajustado. Prefiero las cosas bien hechas, las cosas auténticas. Prefiero a la gente que hace y no a la que dice. No me gusta la primavera, pero la escojo antes que al invierno pues el invierno con todo eso de estar juntos y los mensajes de “paz y amor” ya me suena un poco hipócrita.
            Tal vez lo malo de la primavera es que no noto que mi jardín está un poco más verde. Tal vez no noto que los pájaros están felices porque yo estoy muy ocupada en no estarlo. Tal vez no disfruto el calor por prender el aire acondicionado y tal vez quiero mantenerme en el suelo porque no he subido tan alto como para que me guste estar en el aire con todo y los riesgos.

- Anna Camacho


Sueños de primavera.

El gélido frío se esfuma,
cual nubes en la noche.
Las aves mueven sus plumas
pues llegó la época del derroche.

Las calles se visten de flores
y su aroma hace que las adores.
Las criaturas comienzan a salir
pues cansadas están de dormir.

La primavera ya ha llegado
y las flores están brotando.
La primavera llega con la brisa del sol
y por la ventana entra la luz cual farol.

La primavera llega y todos cantan.
La primavera entra y con ella el amor.
La primavera se queda y los ánimos se levantan.
Se queda primavera hasta que vuelva el invierno ejecutor.



- Alan Michel Romero Diez Martínez